Relativismo
El hombre, en sus acciones diarias, debe tomar decisiones. Se toman en todo momento. En las cosas pequeñas y en las cosas grandes. Si está comiendo debe decidir cómo hacerlo, si con cubiertos o con las manos. Si habla con otra persona, debe decidir si hacerlo con amabilidad o con violencia….Debe definir, cómo comportarse. En pocas palabras,debe tener una ética.
La cultura es una riqueza que se acumula a lo largo de los años, de los siglos. Es una riqueza que está dentro de nosotros aunque no nos demos cuenta. Se trata de una herencia que hemos recibido y que debemos guardar celosamente.
Vivimos en una cultura cristiana, fruto de la sangre de muchos mártires. Esta cultura ha impregnado cada cosa que nos rodea. Si sabemos escuchar, nos habla de una forma particular de concebir al hombre. Es la visión del hombre más elevada, porque lo considera divino, creado a imagen y semejanza de Dios. La persona, es el punto de referencia, es el centro del mundo, dónde su corazón, es la casa de Dios, donde Dios quiere vivir. En este corazón, en el corazón de todos los hombres, pone una ley natural a respetar:”El hombre descubre una ley que no se la da a sí mismo, pero, a la cual, sin embargo debe obedecer. Es una voz que siempre lo llama a amar, a hacer el bien y a huir del mal. Cuando es necesario, dice claramente a los oídos del corazón:haz esto, huye de esto otro. El hombre tiene en realidad, una ley escrita por Dios en su corazón: obedecerla es en si misma la dignidad del hombre y por ella será juzgado (cf. Rm 2, 14-16) “(Concilio Vaticano según la constitución pastoral Gaudium et Spes, 16) .
El mayor regalo que Dios le ha dado al hombre es la libertad. La plena realización de la libertad, es la de elegir la voluntad divina, para que Dios cumpla el propósito de la creación del hombre, que es participar de su divinidad. Este pensamiento está muy lejos de lo que vive el hombre moderno, que tiene el cielo sobre él cubierto por grandes nubes oscuras que le impiden ver el sol. El hombre en una etapa de su existencia, con pecado original, ha quemado este plan de Dios, alejándose de él quedando huérfano en medio de las calles del mundo. Dios no lo olvidó, implementó un plan B que preveía su redención, descendiendo él mismo a la tierra y liberándolo del opresor que lo tenía prisionero.
Pero en toda la acción redentora de Dios, el hombre permanece siempre con su libertad y debe seguir eligiendo y decidiendo qué lado tomar y qué camino seguir, hasta la plenitud de los tiempos, en que todos los problemas se resolverán y de la tierra desaparecerá también la muerte. Vendrán nuevos cielos y tierras prometidas. En este momento nos encontramos en medio de hechos decisivos para la humanidad, donde el enemigo siempre trabaja y donde Dios debe recurrir a todo su Amor Misericordioso para ayudarnos a entrar en “su tiempo”, en su plan de redención. En el momento presente y desde el principio, ante el hombre hay una decisión, una opción fundamental que tomar.
Ya sea confiar en Dios, reconociéndolo como Padre y colocándolo en el centro de tu vida y buscando siempre Su Voluntad, o colocándote a ti mismo, tu “yo” en el centro y tratando de resolver todos los problemas por ti mismo con tu propia razón. Este es el problema de la humanidad, se llama: RELATIVISMO.
El relativismo no es solo una corriente filosófica, sino que es una realidad concreta, de todos los días, con la que tenemos que lidiar. Proviene de nuestra elección de vida. El relativismo, ciertamente, está en contra de la verdad, porque si optamos por colocar el egoísmo en el centro de nuestra vida, automáticamente nos estamos poniendo contra Dios. “El que no está conmigo, contra Mí está, y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mt. 12,30). Estas son las palabras del Verbo Encarnado que es Camino, Verdad y Vida. Para superar las dificultades, las frustraciones, los conflictos, las alienaciones … Hay que identificar el problema, para poder solucionarlo. Esto es absolutamente necesario hacerlo hoy: identificar el problema real de la humanidad. Este problema es el RELATIVISMO.
Vivimos en una gran confusión. Muchas personas, consciente o inconscientemente, toman decisiones relativistas en su vida. Los grandes medios de comunicación, no están al servicio de la verdad y no ayudan a conocer la verdad. Esto está oculto, distorsionado, manipulado. No notamos tantos planes estratégicos programados en el tiempo. Estamos en presencia de una prevaricación, de una violencia bien escondida, justificada y disfrazada de bien para quien la debe implementar y hasta para bien de quien la padece. Estamos a merced de muchas ideologías que manipulan a los individuos y a las masas, a través de discursos retóricos con una dialéctica y una crítica convincentes.
Hay diferentes ideologías, todas son fermentadas por una levadura madre que es el RELATIVISMO, con una opción fundamental: colocar al hombre y su pensamiento autorreferido y egocéntrico en el centro. Lo convierte en dios, un dios que se cree capaz de conocer el bien y el mal y este conocimiento “ilustrado”, lo convierte en un dictador en la historia. La verdad es Dios que está sacando a la luz la realidad en la que vivimos. La Palabra de Dios está viva, es eficaz. Derrocará a los orgullosos de sus tronos y exaltará a los humildes. Lo hará y ya lo está haciendo, quizás no nos demos cuenta … La historia sagrada nos habla de una economía de Dios y no de la que oímos todos los días y que viene a angustiar el futuro de muchos hombres, a través del bombardeo mediático que se compone de muchas palabras humanas: Spid, PIB, Fondo de recuperación, miles de millones de euros, dólares, inversiones …
La economía de Dios es salvífica y no la realizan los presidentes, los economistas, los grandes de la tierra, sino los pequeños verdaderos protagonistas de la historia. Son los anawim, aquellos que en su humildad le dan lugar a Dios y le permiten entrar en sus corazones….y finalmente, Él puede actuar y transformar el mundo desde adentro.
La Historia Sagrada nos muestra cómo actúa Dios: desde Moisés, líder tartamudo, hasta Judith, mujer indefensa, pasando por David el niño, hasta la pequeña María de Nazaret, que se convirtió en la primera protagonista de la salvación. Hoy la historia sagrada continúa en su economía de salvación a través, del más pequeño de los pequeños en el vientre, mártires inocentes configurados al Salvador inocente que claman al cielo: ¡Misericordia! Esa Misericordia que es más poderosa que el pecado, más poderosa que el sufrimiento, más poderosa que la muerte.
Estoy en Colombia y pertenezco a un apostolado cuya misión es ser instrumentos de Jesús a través de nuestra madre Maria para que la sociedad reconozca la dignidad de nuestros hermanos fallecidos en el vientre materno, construyendo puentes entre las diferentes instituciones públicas y privadas para facilitarles a estos cuerpos una sepultura digna y cristiana.
También promover la construcción de un mausoleo para honrar y dignificar la vida de estos hermanitos fallecidos.